60 euros media hora que entre pitos y flautas son 20 minutos
No es posible follar sin complicarte la vida ni la cartera, y por mucho que digan, las pajas tampoco sirven. Mirar a un sucnor follando con chaperitos perfectos es un acto triste y derroyente, igual lo es pajearse observando el techo, todo para que nuestra sagrada simiente acabe en un pañuelo y el final de tan patética empresa nos deje un amargo sabor a fracaso. Esto solo puede acabar en incurable depresión por ir en contra de las leyes de la naturaleza, una muerte lenta y progresiva que se simboliza en la biblia por el castigo de Onan, aunque éste cayo inmediatamente fulminado por la ira de Dios.
Y aunque follando impregnemos un condón o lo echemos en la piel del hombre sin fruto, al menos por sus poros entrará y aún mejor si el acepta de buen gusto inundarse la boca con nuestro licuoso amor, intercambiaremos saliva, miradas, rozes, frotamientos, golpes y en definitiva sensaciones. No es lo mismo pues masturbarse que ayuntarse con hombres. Follar es el divino intercambio al que la naturaleza nos fuerza para sostener el equilibrio universal, ir en contra de esta ley es morir poco a poco. Es en definitiva un mandamiento al que nos fuerza nuestra alma, pues no elegimos tener o no tener erecciones como tampoco podemos apagar el cerebro cuando se excita. Que no me cuenten historias, ser nuncafollista no tiene sentido.